Guillermo, Coordinador Celorio
Guillermo, Coordinador Celorio

Es único, diferente e inimitable. Es Guillermo Cabeza, nuestro Coordinador ambulante, dispuesto a recorrer España de punta a punta para ponerse al frente de los campamentos de ajedrez y artes escénicas de Aula Joven. Este verano estará en Celorio y hasta allí lo seguirán unos cuantos de sus seguidores incodicionales. Nosotros que lo concocemos, entedemos porqué. Si quieres saberlo tú también, no tienes más que leer su entrevista.

– Cuéntanos brevemente cómo llegaste a Aula Joven y tu experiencia con nosotros

Llegué a Aula Joven por casualidad. Buscaba una empresa donde poder dar clase de música y la posibilidad de hacer extraescolares me llevó a su puerta. Mi experiencia previa como ‘chicoparatodo’ en otos colegios me hizo ir enredándome en una madeja que dejaba pequeñas mis clases de música: fútbol, baloncesto, ajedrez, inglés, ludotecas… Una cosa llevó a la otra y después de varios años acabé pisando un campamento en las que eran mis sagradas vacaciones veraniegas…Casi doce años después ese cúmulo de casualidades me sigue levando a la misma puerta cada mes de julio para arrancar una nueva aventura.

– ¿Por qué te gusta trabajar en campamentos de naturaleza?

Descubrí que el campamento suponía no sólo mantener mis vacaciones de verano (¡¡pagadas!!), sino además hacerme volver atrás a las de veinticinco años atrás. La única razón por la que llevo barba es para obligarme a recordar que no soy unos de mis niños. Mis canas, de hecho, son falsas. Un disfraz necesario que me ancla a la realidad. Si no me obligara a ser consciente de ellas, probablemente iría al cole cada día disfrazado de Shrek.

– ¿Qúé crees que les aportan los campamentos a los niños?

El campamento es una sociedad en miniatura. Los niños aprenden a relacionarse con gente nueva, a hacerse un hueco en el mundo, a perder prejuicios y mirar a los demás con ojos nuevos, a rehuir complejos y ansiedades, a responder a nuevas figuras autoritarias, que establecen con ellos una relación muy diferente que la de un padre o un profesor. A llorar sin miedo a reír libremente y sobre todo, a compartir todo eso en un espacio que es sólo suyo, con unos amigos que son sólo suyos.

– ¿Qué les dirías a los padres para que apunten a sus hijos a un campamento?, ¿Y a los niños?

Mi hermano y muchos de mis amigos ya tienen hijos. A cualquier otro padre le diría lo mismo que a ellos: déjamelo quince días y a la vuelta ya te lo explica él. Nunca he tenido que hablar con un niño para que fuera a un campamento pero al que quiera escuchar, le grito: ¿te gusta la fiesta? ¡Te invito a la nuestra!